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ahora que soy una novia boba

presente de indicativo del verbo procrastinar

En este mundo hay sólo una cosa peor que una mala resaca: la fatiga y el mal sabor de boca que deja una jornada entera de tormento y resaca. En consecuencia, mi lunes empezaba, con más miedos que ojeras y con menos sueño que vergüenza.

Los acontecimientos del sábado resultaron ser como un auténtico tornado y el domingo , no había tenido tiempo para reaccionar ante las consecuencias de aquel desastre natural. Durante todo el domingo , no hubo reacción. Mi cerebro (o lo que no había sido aniquilado todavía del mismo) había retrasado su actividad hasta el comienzo de la semana. Hasta entonces, lo único que consiguió hacer fueron dos cosas: por una parte, autocastigarse con una decena de preguntas para las que no encontró respuesta y por otra parte, activar periódicamente el dispositivo que soltaba las mariposas de mi estómago (algo así como si me hubiera tragado cinco o seis móviles en modo vibrador).

El lunes, por tanto, se amenzaba como una larga jornada laboral, o hablando en términos estrictos, como una larga jornada. Punto. Laboral no es un adjetivo con cabida en la definición de ese 29 de enero. Era absolutamente imposible encontrar un hueco para la productividad entre tanta pregunta, tanto miedo y tanto complejo reactivado (es lo que tiene, no me acuerdo de lo que me disgustan mis tetas hasta que las saco a que les dé el fresco...). Lo único que me consolaba era la ya notable recuperación física; al menos ya no tenía resaca, a pesar de que me mantenía con las mismas incógnitas.

La pesadilla no había terminado. Por momentos sentía que la tortura no iba a finalizar nunca. Pensaba que sólamente acababa de dar sus primeros pasos porque todo lo que giraba en torno a nosotros dos, a Él y a mí, se disfrazaba de absoluta y cordial normalidad. Véase si no el siguiente ejemplo:

Sujet: presente de indicativo del verbo procrastinar
De: boba@trabajo.aca
Date: 29/01/2007 18:05
Pour: Él@trabajo.aca

yo procrastino nosotros procrastinamos

tú procrastinas vosotros procrastinais

él procrastina ellos procrastinan

pues eso, entre procrastinación y procrastinación me encontré esta movida. Por si te interesa (que conste que ni lo he mirado):
http://gaussianos.com/criptografia-resumen/


por cierto, ¿me dejarías en carrefour cuando os vayais?

Boba

Ph.D Student

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No sé si porque he decidido olvidarlo o porque se trata de algo sin importancia, pero ahora soy incapaz de recordar cuál era el bjetivo real de aquel correo. ¿Era una sutil solicitud de “nos vemos cuando salgamos del trabajo”? ¿o era algo inocente que surgió por estar perdiendo el tiempo en internet? Sea como fuere, cuando el lunes tocó a su fin, me subí en su coche junto con otra amiga (no iba a ser tan fácil, claro), dispuesta a comprarme unas gafas nuevas para la piscina.

La compra de un elemento tan simple como unas gafas de natación se puede complicar hasta el punto de obligarme a desear no haberme despertado esa mañana. La presencia en el mismo metro cúbico de Él, mis dudas, mis anhelos y mi amiga desataba torrentes de sensaciones y pensamientos en mi cabeza. Nada parecía natural en mí: cualquier gesto se me escapaba forzado o limitado, y por supuesto, excesivamente sopesado. El simple acto en el que Él se prueba unas gafas y en el intento rompe la correa, en condiciones normales habría provocado una carcajada y alguna frasecita de ironía reprobatoria. Pero aquella tarde, lo que me salió fue una risita extraña, una dosis extra de rubor y una repetición nerviosa de todas las cuestiones que se sucedían desde el domingo por la mañana. Añadido a esta mezcla, el miedo a ser descubierta en mi maquinación por Él o por mi amiga. En fin.

Pero más tarde no me sentiría mucho más tranquila. En cuanto nos quedamos solos y Él me llevaba a mi casa, yo estaba convencida de que mis pulsaciones tenían que ser perfectamente audibles y de que debía tener una mueca extraña en lugar de una expresión relajada. No recuerdo de qué hablamos durante el trayecto. Ni siquiera recuerdo si hablamos. Lo que sí guardo patente en mi cabeza fue el momento en que nos despedimos. Una vez llegamos a la puerta de mi casa, le di un inocente beso en la mejilla y en la retirada, (¡sí!, ¡sí!, ¡SÍ!) me encontré con sus labios de nuevo. No creo que fuera casual. No sé si Él lo provocó o si por el contrario fui yo... o los dos. Pero aquel beso sí (por fin) marcaba algo definitivo. Era el momento de que todas las dudas y temores salieran al exterior. Era la hora de dar forma a aquel tormento que asolaba mi cabeza. Aún no sabía cómo, pero aquel beso, nos obligaba a hablar.

Por suerte decidimos dejar la charla para el día siguiente, porque yo, a duras penas, alcancé a darle las buenas noches.

1 comentario

TAZ -

No tienen la informacion que quiero