una frase sin sentido - la ex (1ª parte)
Es imposible que todo sea perfecto. No me creo que todo sea perfecto. Pero sin duda alguna lo que más me sorprende es que yo no me haya cansado todavía de este sueño apastelado. Sólo quiero que siga siendo así... pero como yo no quiero perderme nada, también tengo días en lo que todo es pesimismo y oscuridad; días en los que ver el lado positivo de las cosas me resulta, cuando menos, una tarea estoica. Por eso, hace algo menos de una semana que estoy esperando el Error, o el Defecto, o la Cagada... algo muy malo, muy malo, o muy feo, muy feo, o muy doloroso. Y la razón de este miedo denso que me invade y casi ahoga es mucho más simple de lo que pensaba.
Desde el primer día en que Él y yo estamos juntos, le he repetido, en muchas ocasiones, que lo verdaderamente importante es disfrutar del tiempo que estemos juntos, sin importarnos si estamos hablando de una semana, dos meses o 15 años. Pero esta frase, tan simple y positiva, y que tanto le ha gustado, está perdiendo todo su sentido a pasos agigantados. Ya no me gusta esta frase. Ya no repito esta frase. Ahora pienso en la frase y se me hace un nudo en la garganta. Porque ahora sé que esta frase surgió como un medio para auto-protegerme de lo que no podía ver y de lo que no quería saber. En otras palabras, esta frase era un engaño para no hacer preguntas cuya respuesta no estaba dispuesta a asumir. Por eso hace casi un mes que estamos juntos (prácticamente 24 horas al día) y yo no sé si Él aún está con Ella o qué. Con esa frase me convencía a mí misma (o eso creía yo) de que mi interés en esta relación no era tan importante, de manera que si Él seguía con Ella... no era tan grave. Y ahora sé que mi interés en esta relación es enorme. Y estoy cagada. Siento un pánico atroz que me tiene el estómago sufriendo una especie de concierto celta en su interior. Por eso ya no me gusta la frase.
Como era de esperar, ese día que tanto me atemorizaba, llegó. Yo no pregunté, pero tengo la impresión de que Él ha sido capaz de oir e interpretar mis ondas cerebrales (¡hasta en Pekín han debido oir mis ondas cerebrales!). Sin avisarme, sin anestesiarme, sin traerme un vasito de agua o una almohada para los pies, me confiesa que hoy, después de mucho tiempo, ha hablado con Ella. Mis peores sospechas confirmadas. Mi miedo más tenaz cumplido. Ella sigue existiendo... se comunican... he tenido que sujetarme el estómago con las dos manos porque se me salía en forma de torrente por los ojos... pero me contengo. Intento repetirme “carpe diem”. Disfruta y deja disfrutar. ¡Pero no quiero! ¡Porque ahora lo sé! No tengo ninguna duda, absolutamente ninguna duda: no quiero que esta relación se termine. No quiero que nadie me ayude a estropearlo (porque conociéndome, yo sé que sola puedo cagarla estupendamente).
Y desde la contención misma, consigo esbozar un mínimo interrogante, lo justo para darle pie a terminar de contarme el contenido de la conversación. Todo queda en un punto agradablemente comprensible: la historia entre ellos se termina, así se lo ha declarado Él, aunque Ella le ha pedido un tiempo para hacerlo público. Bien. Todo bien. Bien. Sin embargo, algo me ha impedido dormir esta noche como es debido... y no sé qué es.
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